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El día que Hayman hizo lo imposible

Nadie pensó que fuera a ser posible, pero Mathew Hayman hizo lo inimaginable al ganar la París-Roubaix 2016, el australiano le dio al mundo entero uno de los momentos más increibles de la historia reciente del ciclismo.

Esta andadura hasta la gloria comenzó con una caída a principios de la temporada 2016, en la Omloop Het Nieuwsblad. En esa ocasión no se levantó, para volver a subirse a su bicicleta y sacudirse el dolor, sabía que esta vez era algo grave. El experimentado corredor australiano, que participaba en el Orica-Bike Exchange en su 17ª temporada profesional, se sentó a un lado de la carretera. Solo se levantó para ser trasladado al hospital donde los exámenes revelaron una fractura en su radio derecho. Hayman estaba fuera de juego a seis semanas del inicio de la Roubaix. 

El golpe fue inmenso para Hayman, que pronto cumpliría 38 años y había desarrollado una estrecha relación con las clásicas adoquinadas desde que participó por primera vez en el "Infierno del Norte" como neo-profesional, allá por el 2000. Pero sus oportunidades de entrenamiento antes de la 114ª edición de París-Roubaix parecían condenadas al fracaso. Hayman decidió cambiar sus objetivos hacia el Giro de Italia, el cual arrancaba un mes después de la prueba gala,

La preparación de Hayman para Roubaix no solo fue única, sino que la propia carrera también fue singular. Los ataques y contrataques fueron una tónica constante desde el primer kilometro de la prueba. Pero solo unos pocos pudieron mantenerse al frente con tales adversidades, 13 corredores conformaban el grupo de los más valiente entre los cuales se encontraban grandes rodadores cómo Sylvain Chavanel, Jelle Wallays, Tim Declercq, Imanol Erviti, Frederik Backaert o Mathew Hayman.

La situación apenas se asentó durante unos pocos kilómetros, antes de que el equipo Quick-Step liderado por Tom Boonen rompiera la carrera a falta de 115 kilómetros para la línea de meta, dejando a Fabian Cancellara, Peter Sagan y Niki Terpstra detrás. 

Tom Boonen, ganador de París-Roubaix en cuatro ocasiones, y Sep Vanmarcke fueron los únicos favoritos, capaces de atrapar a los escapados y luchar por la victoria. Pero Mathew Hayman corrió de forma inteligente los últimos metros y finalmente consiguió hacerse con la victoria en un Velódromo de Roubaix que se quedó incrédulo al ver lo que el australiano acababa de conseguir. 




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