En todos y cada uno de los eventos deportivos existen una serie de candidatos que luchan por alcanzar la gloria, compiten hasta la extenuación y se dejan la piel para lograr su objetivo, pero como en muchas otras ocasiones, solo uno puede alzarse con la victoria. El resto se queda en la estacada a la espera de una nueva oportunidad que le permita resarcirse y apuntar su nombre en el olimpo de los campeones.
Con esta mentalidad afrontó un año más Mikel Landa la 107 edición del Tour de Francia, el objetivo era ganar y conformarse con el podio no era una opción. Unas declaraciones previas algo ingenuas a mi entender, pero que reflejan el listón tan alto que se ha puesto (o que le han puesto) a Landa estos últimos años. El corredor alavés es un viejo conocido del pelotón internacional a sus 30 años ha conseguido colarse en una ocasión en el podio del Giro de Italia y atesora dos cuartos puestos, en Giro y Tour respectivamente.
Era más que imponente el elenco de primeras espadas que se plantaron en la línea de salida de Niza, Primoz Roglic y el vigente vencedor, Egan Bernal, partían cómo máximos favoritos. Seguidos de cerca por los Thibaut Pinot, Tadej Pogacar y el ya mencionado, Landa, que a pesar de haber conseguidos unos resultados algo discretos en la Criterium du Dauphine no se quitaba la tutela de favorito.
La Grande Boucle tuvo un inicio frenético, la fuerte lluvia puso la carrera patas arriba y aunque no hubo grandes diferencias entre los favoritos, sí que sirvió cómo recordatorio de lo duras que son este tipo de pruebas. Aunque para disgusto de los aficionados eso únicamente sería un espejismo de lo que viviríamos en la primera semana de carrera. Las primeras etapas se desarrollaron sin muchos contratiempos para nuestros protagonistas. Podríamos decir que había una calma tensa en el pelotón antes del primer contacto con la montaña, los escaladores llegaron a su terreno y el Orcieres-Merlette se engalanó para vivir una lucha encarnizada.
A pesar de las ganas que tenía todo el mundo de contemplar un duelo entre los favoritos, la verdad es que los ataques brillaron por su ausencia, nuestros protagonistas treparon de la mano el puerto galo y se la jugaron al sprint en las vallas finales, una absoluta decepción para los amantes del ciclismo ofensivo. Las demás etapas montañosas de esta primera semana no seguirían una tónica diferente, pocos demarrajes y un pelotón comandado en todo momento por los hombres de INEOS y Lotto Jumbo, tocaba guardar fuerzas y esperar a que los colosos de los Alpes y los Pirineos dictarán sentencia.
Pero antes haría su aparición un invitado especial, el fuerte viento pondría patas arriba la carrera y provocaría que corredores cómo Pogacar o el propio Landa perdieran una valiosa renta de 1 minuto y 20 segundos, respecto al resto de favoritos. Landa una vez no pudo estar bien colocado en el momento clave de la carrera, lo que le obligaría a tener que remar contra corriente y tener que remontar para conseguir un hueco entre los primeros.
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