Jerusalén es considerada ciudad
sagrada para tres de las religiones más importantes para la humanidad, cuna de
lo religioso y de la fe, de todo aquello que escapa más allá de la racionalidad
humana y de lo que nuestro ser es incapaz de entender y procesar. Como dicen
que donde fueres haz lo que vieres, el Giro ha aprovechado su partida en el
territorio Palestino para imbuirse de sucesos místicos y sobrenaturales, en su
versión más oscura y tétrica de lo espiritual.
Suficientemente paranormal es el
hecho de que el Giro haya conseguido que, año sí, año no, un país acepte ser
atracado a mano armada para albergar la grande
partenza de la carrera transalpina, siendo Israel el último damnificado de
esta horrible costumbre para el espectador. No tanto para el bolsillo del
organizador, aun teniendo en cuenta que este año ha tenido que aflojar la
gallina para conseguir la participación de un tramposo. No resultaría tan
sangrante si los países que consiguen organizar la salida de la competición
intentaran que esta propusiera algo más allá de 200 tíos de tour turístico por
sus carreteras. En una comparación sangrante con el Tour, los franceses están
logrando conseguir que ocurran cosas interesantes en sus traslados a otro país,
siendo Yorkshire un auténtico espectáculo visual con un público totalmente
volcado o la salida en Países Bajos en 2015: Escenario de conseguir evitar (o
eso dicen ellos) una, a la postre,
victoria general de Quintana en aquella etapa de los diques.
Y es que, las tres etapas en
Israel simplemente sirvieron para confirmar tres sospechas que ya rondaban por
la cabeza de quien les escribe: Que Viviani está uno o dos pasos por encima de
cualquier rival que pueda tener al sprint, que Dumoulin viene a por todas y que
nunca, jamás, voy a pisar suelo israelí. El abusón de Oriente Próximo, que nada
más olvidarse de sus pretensiones turísticas ha vuelto a su negocio habitual de la guerra,
simplemente perpetró tres jornadas horribles por el desierto, demostrando
además su nula cultura en cuanto al ciclismo, con absolutos descerebrados
invadiendo las cunetas (y encima con la cuenta oficial del Giro riéndoles las gracias).
Los misiles de Israel ya apuntan a Siria
Las experiencias esotéricas no pararon
durante el día de descanso, y es que se aleja de toda lógica que nadie en el
pelotón haya alzado la voz para quejarse por el hecho de que hayan tenido que
marcarse un desplazamiento de 3000km por capricho de la organización. Sabemos
todos que el dinero mueve el mundo, y el ciclismo no es una excepción, pero es
curioso la doble vara de medir que tiene el pelotón según de que carrera se trate.
No seré yo sospechoso de ser un gran fan de la Vuelta a España, pero el pelotón
tiene una cierta facilidad a clamar contra esta. No se recuerdan protestas
recientes por parte de este en el Giro d’Italia, carrera que nos tiene igualmente
acostumbrados a los continuos traslados, o a que un ciclista gane la general al
atacar estando la competición neutralizada o a policías que paran la moto en mitad
de la carretera y acaban destrozando ciclistas. Solo queda en mi corta memoria,
la cancelación de la subida al Crostis en 2011, y todos sabemos las circunstancias
que rodeaban tal decisión.
Un paseo
Ya en martes, pisamos tierra
italiana, en lo que han sido 3 muy buenas etapas por tierras sicilianas, descubriendo
una tierra que sí ha sido capaz de venderse y que sí ha estado a la altura del
motor turístico que es este deporte. Pueblos volcados, cunetas llenas,
escenarios pintorescos… El ciclismo es más que un deporte, es una cultura que
rodea los lugares más bellos de la tierra y el Giro es capaz de demostrarnos
esto gracias a todo lo que mueve a su alrededor. Durante la 4º etapa, y
mientras los verdaderos aficionados al ciclismo disfrutábamos del simple
devenir de la carrera, se pudieron escuchar en Eurosport unas tétricas
psicofonías del espectro maligno para este deporte que es Javier Ares, diciendo
que se aburría mucho y que pusiéramos sprints intermedios bonificados, que si
no se iba a ver el fútbol. Paranormal, sin el comienzo de la palabra, es lo que
me parece este señor. Misterioso es lo que me parece que la autodenominada casa del ciclismo le pague por ello.
Tétrico es que nadie le parara los pies en antena, bien por no querer, bien por
no poder.
En lo deportivo, trabajo
impecable del Lotto-Soudal en los últimos kilómetros de la llegada a
Caltagirone, donde en un descenso previo al muro final, Van der Sande tensó la
carrera dejando a Formolo, Woods y su compañero Wellens con unos metros de
ventaja. Este último, en una lección de madurez que jamás había demostrado y
que este año está comenzando a prodigar, manejó de manera magistral el tempo de
la carrera, ganando cuando y como quiso. Es un ciclista que ya tenía las
piernas y que a sus 27 años ha encontrado la inteligencia necesaria para un ciclista
de su perfil, lo cual le augura la capacidad de llegar a grandísimas cotas. Y
el aficionado ciclista, contento.
Llegaba la carrera a Santa Ninfa,
en pleno Valle del Belice, asolado por un terremoto en 1968 y cuya panorámica
del núcleo viejo de Poggioreale me dejó totalmente sin aliento. Se llevó la
victoria en un final similar al del día anterior el ciclista multiusos Enrico
Battaglin. Tan pronto te gana en la alta montaña, como se hace un uphill finish del más alto nivel, como
se convierte en un gregario de lujo para un holandés que quiere ganar una GV.
Eso sí, todo en Italia. Durante la etapa, eventos paranormales siguieron marcando
el devenir de la prueba: A 14km de la meta una montonera dejaba en la estacada
a nombres como Pozzovivo o Schachmann, los cuales se permitieron ambos entrar
en el top10 después del calentón. En el caso del alemán, llegando totalmente en
solitario al grupo. Para más inri, quien recondució al italiano al grupo, fue
su compratriota Visconti. No bastaba con la extrañeza de verle trabajar para el
equipo que consiguió hacer 2º, lanzando el sprint desde demasiado lejos. Miguel
Ángel López, ciclista al que, parece, le falta un hervor, se dejó 43 segundos
en meta cayéndose de forma totalmente inexplicable y dejando la sensación de que si llega a estar en la otra parte de la carretera
hubiera jugado a los bolos con el pelotón.
Para ellos
La primera etapa de montaña de
una Gran Vuelta suele ser, más cuando llega de forma tan tempranera y sin más
aliciente que una única subida, un pasteleo en el que un ciclista como Polanc
había mojado dos veces ya en el Giro, diciendo bastante poco del espectáculo que
se preveía. Pero estamos en el Giro de lo paranormal y extraño, azotados por un
fuerte terremoto en las bases del ciclismo durante todo lo que llevamos de
temporada y esta etapa vino a poner los pelos de punta de todo investigador de
lo desconocido que se precie.
Se permitía Jack Haig, aspirante
aventajado a mejor gregario de este Giro d’Italia, postear en Instagram unas
imágenes del Mitchelton subiendo el Etna durante la etapa de descanso. Mucho y muy extenso hay escrito y comentado acerca de lo que sucede en los días
de descanso, pero si a todo esto le juntábamos la paliza de 3000km de desplazamiento
que se habían tenido que pegar, hicieron que, en el momento en el que conocí
este dato durante el transcurso de esta 6º etapa, para mí saltaran todas las
alarmas. Las previsiones se cumplieron, y el Mitchelton acabó protagonizando un
doblete totalmente demoledor, con Simon Philip Yates dejando ganar la etapa a
Chaves, al que, en un movimiento de gran torpeza por parte del pelotón, habían
dejado marchar fugado. Sorprendente fue, y atribuido seguramente a la
influencia de entes sobrenaturales, que gran parte de la comunidad twittera celebrara,
con gran jolgorio, esta victoria, teniendo en cuenta que involucra a un
ciclista que ya ha dado positivo por abusar de la droga legal de los TUE y de Chaves, un buen ciclista, pero cuya
victoria da gas a ellos.
En Gran Bretaña gustan los dobletes... Y los TUEs
Se nos ha perfilado un Giro muy
interesante, capaz, por los protagonistas y el contexto, de dejar en la lona a
la espectacular edición de 2016. Froome está vivo, Dumoulin viene en gran
forma, Pozzovivo y Pinot son dos muy dignos contendientes y el Mitchelton tiene
otra marcha, la cual van a usar para dinamitar la carrera y no para controlarla.
El ingrediente místico y paranormal está servido, y los entes y presencias, que
por lo que van mostrando son malignos, han permitido incluso que el vomitivo
San Bennett consiga ganar a Viviani, que ni corriendo en Quick Step se puede
quitar el estigma de loser. No se
pierdan nada, si es que los espíritus del ciclismo les permiten conciliar el
sueño.
No he terminado de leerlo. De hecho, llevo tres párrafos y dos fotos. No quiero ser yo el primero en comentar ni redactar el comentario más destacado porque quiero que mi protagonismo en este espacio sea nulo, dada mi condición de "fanático natural" del autor del blog y de lo que su pensamiento hacia el ciclismo - sobre todo-arroja aquí y en Twitter, se me podría tachar de palmero o de "coleguita". Pues no. Ojalá este texto no lo haya escrito Sergio y lo haya hecho Ermenegilda. Ojalá yo no fuese ni Bemancio ni César y me llamase Jose, Hulio.
ResponderEliminarEscribir sobre algo es hacerlo real y tangible. Escribir sobre ciclismo recogiendo la esencia de cada elemento que forma este deporte es una gozada. Gracias por el post. Da igual si de entre lo que me queda por leer hay algo en lo que esté en desacuerdo o me parezca una barbaridad. Da igual, porque está escrito con el cerebro trabajando desde todos los puntos, con estilo y con pasión. Elementos todos ellos propios del ciclismo.
Si no amamos el ciclismo los aficionados, apaga y vámonos. Con la de parásitos que tiene este deporte en lo más interno de su ser. A mí me han llegado a acusar de enemigo del ciclismo por no creer en la limpieza de su deporte y denunciarlo, de hater, de que por qué lo veo si pienso que hay tramposos. Pero vamos, que te voy a contar a ti de todo esto.
EliminarMuchas gracias por tu apoyo siempre.