Este viernes comienza la 101ª edición del Giro de Italia, esa carrera decidida a perder su espíritu y su personalidad para caer en la mediocridad de otras tantas. Junto a la pérdida de dureza en la montaña, con la carencia de kilometrajes y desniveles acumulados que solo los italianos saben proponer, se une el hecho de que la carrera se ha tenido que ir a buscar billetes a Israel, billetes que, por otra parte, se han gastado en conseguir que un tramposo se presente a su carrera. Lo que se presenta, puede ser, el único duelo fraticida entre el mejor contrarrelojista del pelotón en clara ascensión al estrellato y el mejor escalador de éste en lo que puede comenzar a ser su declive por haber sido descubiertas sus ganancias marginales, se dará en una carrera con apenas 45km de contrarreloj individual. La competición empezará un viernes en Jerusalén, en una de esas “grandes salidas” para hacer caja que probablemente provoquen que la prueba salga en m...